El sabor amargo de la verdad

En un tono teatral, ya que toda la película transcurre en un casoplón y a modo de thriller, tenemos esta pequeña producción que resulta bastante entretenida, la desconfianza comienza a surgir en un matrimonio al desvelarse ciertas prácticas delictivas por parte de un marido ambicioso y una esposa que no quiere enterrarse de nada.

Ana está celebrando el cumpleaños de su pequeña hija con muchos invitados en el jardín de su gran casa, su marido Ricardo no ha aparecido a tiempo y no hace más que llamarle, pero tiene el teléfono apagado. Cuando todos se han marchado y va a acostar a la niña, aparece un tipo llamado Walter preguntando por su esposo, ya que tiene que verlo urgentemente para que le firme unos documentos. Esta visita comienza a ser incómoda, ya que se cuela en casa y comienza a presionar a Ana de una forma poco ortodoxa, todo apunta a que el marido debe una fuerte suma de dinero a una organización criminal colombiana… y su familia va a ser una fianza o por llamarlo de otro modo rehenes para que pague.

Todo comenzará a desmoronarse en esta familia al ir descubriendo los engaños de Ricardo, esta confusión y a la vez amenazante situación a la que se ve sometida Ana está muy bien resuelta por la colombiana Juana Acosta que hace un gran papel, a su altura tenemos a Julian Roman como el sicario; sin embargo, a mitad de metraje aparece el marido interpretado por Israel Elejalde y se me desmonta un poco la historia no por el guion, sino porque se le ve muy forzado y poco natural en su papel.

La dirección y el guion corre a cargo de Gonzalo Perdomo con la colaboración en la escritura de Andrés Martorell, siendo este el primer largometraje que dirige y que en mi opinión, aparte de sufrir algunas carencias presupuestarias, funciona bastante bien generando suspense en muchas escenas.

Estreno en cines 5 de diciembre de 2024

Ricar

 

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