Aquel cuaderno escrito por un niño de como él imaginaba como sería el mar…

Una entrañable película de Patricia Font que adapta la novela homónima de Francesc Escribano con guion de Albert Val, donde se nos relata unos hechos acaecidos con la victoria del General Franco tras la guerra civil, donde hubo una purga de personas señaladas que tenían ideas diferentes y que fueron ejecutados sin ningún tipo de miramiento.

El joven profesor de Mont-roig del Camp (Tarragona), Antoni Benaiges (un estupendo Enric Auquer) llega a un pueblo de Burgos (Bañuelos de Bureba) para hacerse cargo de la escuela, anteriormente lo hacía un cura bastante incompetente con mucha mano dura. Pocos niños acuden diariamente, por lo que tendrá que conseguir con su nueva manera de enseñar que vengan todos. Rápidamente, se hace querer por los alumnos, sus ideas de aprendizaje son pioneras y revolucionarias para la época, se basa en la participación activa de los niños y el uso de la imprenta para hacer cuadernillos con sus trabajos, esta nueva forma de enseñanza resulta divertida para los pequeños. Es más, el profesor está organizando una excursión para ver el mar, ya que ningún niño lo ha visto nunca. Eso hará que esas ideas tan avanzadas comiencen a tener críticas por algunas personas del pueblo.

A finales de julio de 1936, el maestro desapareció. Durante más de 75 años, su trabajo y personalidad permanecieron en la intimidad del recuerdo de sus antiguos alumnos y su familia, hasta que, en agosto de 2010, el descubrimiento de una fosa común de fusilados en Bañuelos, (donde por cierto no se encontraron sus restos) recordó la figura de este carismático maestro y la promesa que no pudo cumplir.

Por otro lado, tenemos la historia actual de Ariadna, una mujer que busca a su bisabuelo desaparecido en la Guerra Civil, papel interpretado por Laia Costa, que parece haberse encasillado un poco en este tipo de personajes. Esta parte me gusta algo menos.

Todo un homenaje a estos maestros de pueblo tan queridos de aquella época, puede apreciarse en esta entrañable historia con la que si eres de corazón blando soltarás una o más lágrimas.

Ricar

 

Es una película bonita, entrañable, un homenaje a los maestros, a los que enseñan a pensar y a vivir, y educan enseñando, no solo los que te obligan a aprender. De las personas que te marcan la vida.

Las interpretaciones son reseñables, sobre todo la de Enric Auquer, que tiene una mirada entre pilla, amable, abierta, asombrada y animosa. Laia Costa parece no salir de un mismo papel durante cuatro películas y media: Els Encantats, El maestro que prometió el mar, Un amor y Cinco Lobitos (esta es la “media” porque en esta película tiene momentos animosos). En esas cuatro películas le han dado el mismo personaje: joven treintañera, con mucha vida interior, agobiada, con un pasado o circunstancias que pesan como una losa, constreñida, a riñas con su madre, que viaja/huye al pueblo para intentar olvidar o cambiar o evolucionar o liberarse; sin encontrar nada fuera porque lo que tiene que superar debe encontrarlo dentro de ella misma. Mientras tanto habla con voz bajita, contenida, al borde de las lágrimas y, más concretamente, en esta de “el maestro…” cada vez que conversa con alguien únicamente responde con monosílabos cuando le preguntan o alguien quiere tener una conversación cordial con ella, siendo en todo momento una borde y seca con los demás, porque está muy pesarosa con todo lo que tiene que aguantar en su vida… (en esta película cansa un poco que sea borde con todo el mundo, salvo con su abuelo). A veces tanta vehemencia resta emotividad.

Creo que, por querer demostrar el estado interior de las personas como la que interpreta Laia Costa, demasiado torturados, crean unos personajes faltos de realismo que, llegan a un pueblo y sin conocer a nadie, son bordes, no hablan con nadie o contestan mal, cuando lo normal, a pesar de tus penas, es ser educada al principio cuando llegas a un sitio así.

Esta película, aunque bonita, sencilla, preciosista y cargada de buenas intenciones, tiene una puesta en escena que quizás afloja un poco el resultado.

La ambientación está muy cuidada, la ropa, los objetos, los manuales o cuadernillos que confeccionan en la escuela, la tipografía… sin embargo, hay detalles estridentes: La foto original de los estudiantes y el maestro, tomada en los años treinta, que se muestra al final en los títulos de crédito, muestra a unos niños repeinados con raya al lado y pelo estirado, con caritas algo sombrías, ninguno usa gafas y todos tienen algún remiendo en la ropa, a cuya mayoría les queda grande por haberla heredado de algún hermano mayor. Sin embargo, los niños protagonistas de la película tienen una piel inmaculada en codos y rodillas, sin rozaduras ni heridas, a pesar del pantalón corto y mangas cortas, lucen un peinado moderno, cortes de peluquería, alguno con gafas redondas que le dan un aspecto angelical, la ropa sin zurcidos y de su talla. Es curioso la contrariedad de cuidar la ambientación con ropa y objetos de la época y luego no hacer ni un raspón en la piel o la ropa de los niños.

Emociona el final, con los títulos de crédito, mostrando los cuadernillos, escritos, fotos y comentarios originales, con los que se ha hecho el museo homenaje al maestro Antoni Benaiges (en Bañuelos de Bureba – Burgos)

Reseña de Angelsrup

El maestro que prometió el mar (2022)
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Director: N/A
Writer: N/A
Stars: N/A
Runtime: N/A
Rated: N/A
Genre: Biography
Released: N/A
Plot: N/A
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