Me ha gustado bastante la producción británica, ‘Year 10’ (2024), escrita y dirigida por el debutante Ben Goodger. Habrá que seguir la pista de este cineasta. Si me atengo a lo que he presenciado y destacado en su ópera prima, estamos ante un cineasta muy atmosférico, de impactante fuerza ambiental y escritor de una historia tensionada, utilizando recursos básicos y un planteamiento tópico sobre la venganza, planteada con un esquema sencillo. No es fácil que un debut te sorprenda de estas maneras. Y más sí cabe, al prescindir del diálogo y construir su relato sobre la devastación de la civilización, recurriendo al dispositivo visual y elocuencia de las imágenes. Un propósito y ejercicio de estilo al que Goodger se lanza sin red, directo a la yugular, que me recuerda, salvando las distancias, al estupendo largometraje ‘En busca del fuego’ (1981), de Jean-Jacques Annaud. El impecable sonido, que cobra un protagonismo como recurso soberano y utilizado con inteligencia y la inquietante partitura, irrumpen como elementos que dotan de textura la sensación de agobio y amenaza que sufren los personajes.
Comienza la acción y un cartel nos avisa que «Todo terminó en un día. Al principio, los vivos se comían a los muertos. En el año 10, después del cataclismo, los vivos se comían a los vivos». Con esta advertencia, y unos primeros planos desoladores, de un bosque, fotografiado con luz lúgubre, verdosa, ocre, muy pesimista, se abre una historia sobre el fin del mundo que conocemos. Algo terrible ha sucedido, no se explica, que ha terminado con el modelo de vida normal. Ahora, los supervivientes, que ignoramos cómo han conseguido sobrevivir, se alimentan de la caza. Vemos a dos hombres. Uno veterano, que manda y sabe manejarse como líder. El otro es joven y algo descuidado. Tienen que evitar hacer ruido. Cualquier sonido que emitan ponen en aviso a la jauría de animales feroces que pululan por la zona que devoran cuerpos humanos como si fuesen muñecos de trapo. Tienen una pequeña cabaña oculta por elementos del bosque. En su interior espera una chica. La joven está malherida y necesita comer. Además de tomar antibiótico para curar su fea y supurante herida.
A la mañana siguiente, el trío es sorprendido por una banda de sujetos atraídos por un ruido que habían escuchado el día anterior. Los atacan y mientras el jefe los entretiene y lucha, los dos jóvenes se esconden en el pozo fecal, con la mierda que les llega a la altura del pecho, siendo testigos de la brutal muerte de su hombre fuerte. Además, ven con horror y preocupación cómo los salvajes se llevan entre las pertenencias que requisan los medicamentos indispensables para que la herida de la chica no vaya a más.
A partir de aquí, la motivación del muchacho, al que se le ve poco preparado para la lucha y nada adiestrado para enfrentarse a una banda que denota organización, consistirá en redoblar esfuerzo para rescatar las pastillas que curan la grave herida de su amiga/novia.
Un personaje que habitualmente ha estado a merced del hombre que les protegía, sin tomar decisiones trascendentales y mostrando poca pericia en la lucha cuerpo a cuerpo, va a tener que sacar su lado más astuto y su punto más bruto para reforzarse en autoestima y coraje y llegar hasta el campamento rival y volver a traer los medicamentos.
El bosque es un sitio hermoso, pero en esta ocasión es un lugar inhóspito y hostil. El joven tiene que eludir a los bichos de la zona, eludir a otros tipos que se encuentra por el camino y, como propósito firme y complicado, desarmar a los contrincantes y pelear hasta la extenuación por una cosa tan simple como una caja de antibióticos. Así está la trama.
Los cuarenta minutos finales, todo el metraje que se desarrolla en el campamento del grupo rival es impresionante. Viven en una roulotte y han establecido un perímetro protegido por un hilo fino que de tocarse mueve una campanilla. El sitio es casi un fortín. Y la tarea es supercomplicada. Porque las medicinas están guardadas en un arco cerrado con candado. Y la llave del candado está atada a una pequeña cuerda que cuelga del cuello del hosco, rudo y siniestro jefe del clan.
Esta secuencia es brutal. Llena de suspense y pequeños contratiempos y giros que se añaden para dificultar cualquier premio o recompensa. El tipo ha cuajado una personalidad fría y calculadora. Se compromete a salir airoso de la situación manejando con astucia sus oportunidades. Ni que decir tiene que los nervios y la angustias, aunque mil veces vista en el cine en eventos parecidos, no deja de ser un tramo muy bien ejecutado visual y sonoramente.
‘Year 10’ es un filme curioso, estupendo, opresivo y abrumador, que juega con detalles siempre al límite y con situaciones forzadas y resueltas al límite, dejando, a veces, al espectador exhausto, agobiado por la tensión que padece el personaje central y sufriendo por su cometido.
No esperaba gran cosa de este filme y, al final, me ha convencido gratamente. La ausencia de diálogos, solo algún quejido y, sobre todo, el ruido de los golpes y las luchas, confieren a esta pieza un valor apreciable. Todas las escenas dantescas de canibalismo y espeluznantes están tratadas fuera de campo o con elipsis. Pero lo que resuena con una fuerza amenazante que te hiela la sangre son los ladridos de una clase de bestias, como perros/lobos hambrientos, que siembran el temor entre los personajes. Por eso hay que avanzar sin hacer ningún tipo de ruido. Y eso es muy complicado cuando te enfrentas a un clan que también tiene hambre.
Reseña de José Manuel León Meliá
Year 10 (2024) | |
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Rating: 5.5/10 (1,729 votes) Director: Ben Goodger Writer: Ben Goodger Stars: Alexander Anderson, Emma Cole, Joseph Coleman Runtime: 96 min Rated: N/A Genre: Horror, Sci-Fi Released: 06 Dec 2024 |
Plot: Following a catastrophic event that has destroyed civilization, a young man must confront a group of cannibals who have murdered his father and stolen the medicine keeping his girlfriend alive. |
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