Bradley Cooper demuestra un gran oficio delante y detrás de las cámaras para acercarnos a la dimensión humana del excepcional Leonard Bernstein. Devuelve con creces a los productores, entre ellos Martin Scorsese y Steven Spielberg, la inversión realizada. Desarrolla la película con energía, aplicando las elipsis convenientemente. Cambia del color al blanco y negro marcando las distintas etapas que atraviesa el protagonista, mientras sus partituras conforman una espléndida banda sonora.
Se remonta al año 1943, cuando ...