La bonita historia que cuenta y su puesta en escena, recorrida por elementos costumbristas pertenecientes a lugares recónditos (el propio yak que menciona el título), recuerda mucho al cine intimista de Zhang Yimou (El camino a casa, Ni uno menos). Invita a reflexionar sobre el modo de sentirse verdaderamente feliz, relacionándolo con los impedimentos que suponen ciertas necesidades impuestas por las sociedades modernas. Sus distintos méritos la han hecho justamente acreedora de numerosos reconocimientos, incluyendo la ...