Telarañas en el desierto

Tres años después de la sorprendente Sicario (Denis Villeneuve, 2015) nos llega su segunda parte, una secuela que a priori podía pintar malos augures ya que la película de Villeneuve era un excelente producto cuya continuación era innecesaria.

Sin embargo para esta ocasión Hollywood ha sabido jugar bien sus cartas, lo primero dando continuidad a Taylor Sheridan-una de las sorpresas del cine norteamericano de los últimos años-y a dos de sus protagonistas: el colosal tándem actoral formado por Benicio del Toro (Alejandro) y Josh Brolin (Matt Graver). Así la oscura historia que se planteaba en el primer film tiene continuidad y a través de los personajes que ya conocimos. Por lo tanto ahora el espectador no se sentará guiado/identificado por otro personaje, como pasaba con el personaje interpretado por Emily Blunt (Kate) en el primer film.

Planteado el libreto y los personajes, queda la difícil decisión de encontrar a un director al que su labor se le comparará inevitablemente con el trabajo realizado por Villeneuve. Para ello se ha decidido contar con Stefano Sollima, director italiano que ha trabajado en profundidad la temática criminal de su país en formato cine (Suburra, 2015) y en series como la popular Gomorra (2014-2016). También hay que señalar los otros grandes nombres que completan la producción-con excelente resultado- como Dariusz Wolki en la fotografía-colaborador en las últimas películas de Ridley Scott: Todo el dinero del mundo, Alien Covenant, Marte o El Consejero) o Matthew Newman a cargo del montaje (montador habitual de Nicolas Winding Refn). Asimismo destacar la labor de Hidur Guðnadóttir (que ya colaboró en varias de películas de Villeneuve junto al desaparecido Jóhann Jóhannsson-compositor de la anterior Sicario-) mediante una composición similar a la que realizó Jóhannsson, incluso respetando el sombrío tema principal.

Esta secuela plantea una trama más dura, oscura, violenta e incluso más física, tanteando otra vez-aunque aquí más directamente y desde los primeros minutos del film- la turbia relación entre la política y las intervenciones militares de EE.UU en otros países, acciones que Sheridan no se corta en exponer y denunciar a través de todos los medios como la híper vigilancia digital o la relación entre diferentes intereses económicos en una telaraña imbuida de violencia. Su retrato sigue siendo poliédrico como el de su predecesora y se continua exponiendo como las acciones de las más altas esferas del poder repercuten desde los estratos más altos-la hija de un narcotraficante- hasta los más bajos-un joven que vive en la frontera y se relaciona con organizaciones que gestionan el tráfico ilegal de personas.-

El resultado de Sicario: El día del soldado es más que notable, tan oscura y tenebrosa como su predecesora desde su inicio hasta su último y siniestro plano, llena de momentos de gran cine y gestionados con gran tensión -véase la escena en la que Benicio del Toro se encuentra en un autobús- con una trabajadísima puesta en escena en la que se utiliza todo tipo de recursos como el plano secuencia, travellings laterales, el fuera de campo, impresionantes panorámicas -tanto nocturnas como diurnas- con un uso del paisaje digno de los grandes westerns (probablemente debido al gusto de Sheridan por el género) y una contundente solidez en las escenas de acción

Crítica de ADRIAN CHAMIZO SANCHEZ para DESTINO ARRAKIS

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