Tenía ganas de volver a hincarle el diente cinéfilo a una joya del cine norteamericano de mitad de los años setenta. Se trata de una pieza cuyo valor y rango artístico es, desde mi punto de vista, más alto que notable. Es una película dirigida con un rigor, actitud y profesionalismo muy acentuado por Arthur Penn. El título en su distribución en España fue ‘La noche se mueve’ (1975) y como aspecto más destacado, además del aplomo y compromiso del autor de ‘Pequeño gran hombre’, Bonnie and Clyde’, entre otras, es la representación del perfil de su figura principal, un detective privado, Harry Mosseby, al que da vida con una dimensión sin parangón, el gran Gene Hackman.

Este sabueso descreído, desilusionado, abatido por los reveses de la vida (su esposa se la pega con un tipo tullido pero tiene la costumbre de pasar bastante tiempo en casa; es más doméstico), es un investigador que procede del terreno deportivo donde en su etapa como jugador de fútbol americano fue una auténtica celebridad. Por lo tanto es un sujeto que tiene algo de pasta y además vive en una casa confortable y su esposa regenta un negocio de antigüedades. Su despacho, aunque austero y funcional, tiene un aspecto aseado y cuidado. En su dibujo comparece en pantalla vestido con sencillez pero con camisas limpias, no frecuenta la bebida y en su nivel intelectual le gusta el cine y reconocer, no sin ironía y mordacidad, las virtudes del estilo del realizador francés Eric Rohmer.

Harry Mosseby, salvando las distancias, pertenece a la estirpe de cínicos y nihilistas como el magnífico Harper de Paul Newman o el estrambótico y canalla Marlowe de Elliot Gould en ‘El largo adiós’ (1973), de Robert Altman. He citado dos largometrajes, hay más, por supuesto, pero responden, según mi criterio, a una desvergonzada retroalimentación y renovación del género detectivesco. Además de considerarlas dos talentosas cintas a las que le tengo una admiración muy elevada por dibujar, una vez que la trama de torna hipócrita, como reflexión acerca del cambio de los tiempos y la vanidad y codicia corrupta de seres facinerosos.

‘La noche se mueve’ posee una intriga que merodea el mundo del cine y, en concreto, la actividad peligrosa de los especialistas que intervienen en las escenas de acción. Por esos lares Harry husmea la desaparición de una adolescente de dieciséis años interpretada por Melanie Griffith. Da la casualidad que su madre, una momia del cine clásico olvidada y desatendida sexualmente la echa en falta. En su deprimente decadencia le ha entrado el instinto maternal y quiere recobrar la responsabilidad de la niña que entretanto no se ha quedado quieta.

La trama tiene una estructura canónica pero su guion es un modelo manoseado con muchas ocasiones pero que la audacia y la astucia de Penn le insuflan una consistencia y densidad psicológica muy afín a su particular forma de entender el arte audiovisual. Es decir, personajes socorridos que gracias a su apuesta por la ambigüedad de sus criaturas su presencia en pantalla genera una profundidad en sus capas.

Tras ser consciente del varapalo que recibe al ser testigo de la infidelidad de su mujer y comprobar cómo su estatus orgulloso se derrumba, viaja hasta Florida a continuar con sus pesquisas y cumplir con el objetivo de su misión. Pronto da con la joven desaparecida, una fogosa, juguetona, atractiva y consentida lolita de turno, pero la experiencia le permite trabar amistad con su padrastro y la novia de éste, una amazona de aspecto seductor, en la piel de la actriz Jennifer Warren, con la que picará el anzuelo y tratará de enjugar las lágrimas por la afrenta de su mujer (Susan Clark).

Se puede decir que Harry Moseby cumple con creces el encargo de su alcohólica contratista. Pero su función no concluirá con este menester porque una serie de infortunios (muerte de la joven en un accidente cinematográfico) le llevarán de nuevo a Florida y desentrañar una subtrama criminal en la que se verá, por las ingratas y desafortunadas consecuencias, reflejado como un pelele más atento al sexo que la historia sobre un grupo de gente que trafica con objetos arqueológicos. El porte y la integridad moral de Harry queda cuestionada. Su entereza y vigor como investigador es torpedeada y al final se da cuenta que es como las películas de Eric Rohmer, que son como ver secar la pintura. A Harry le han tendido un juego para tenerlo distraído y alejarlo del verdadero meollo mientras la gente urdía tretas y mataba él entraba al trapo de una mujer que lo encandilaba para que pensara más con la polla que con la cabeza.

Por eso las noches son moviditas cuando alguien se mete en tu cama, te concentras en las tetas y las muerdes con placer y dejas de mirar en el lado adecuado de las sospechas del investigador.

Gran película, con escenas muy elaboradas e ingenioso guion acerca de la desilusión.

Reseña de Jose Manuel León Meliá

 

 

Night Moves (1975)
Night Moves poster Rating: 7.1/10 (17,421 votes)
Director: Arthur Penn
Writer: Alan Sharp
Stars: Gene Hackman, Jennifer Warren, Edward Binns
Runtime: 100 min
Rated: R
Genre: Crime, Drama, Mystery
Released: 30 Aug 1975
Plot: Los Angeles private investigator Harry Moseby is hired by a client to find her runaway teenage daughter. Moseby tracks the daughter down, only to stumble upon something much more intriguing and sinister.

 

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