Este sí que es un género que me mola cantidad. El cine de acción, en todas sus acepciones, negro, noir, azul oscuro o castaño, me tiene atrapado y abducido. En este sentido, el thriller de los años 70 norteamericano es mi debilidad. Cómo disfrute de chaval en aquellos trepidantes y oscuros relatos cuya puerta de entrada fue ‘Harry el sucio’ (1971), de Donald Siegel, que disfruté zarandeado por sus imágenes y hechizado por su personaje central, Harry Calaham, en el cine Unión Musical de Lliria (Valencia). Desde aquel formidable domingo, ya no me apeé de esa dirección y, en la medida de mis posibilidades, intentaba que no se me escapara ninguno que se proyectase en las tres salas de proyección que funcionaban a todo rendimiento en Mislata (Valencia), donde residía.
‘The squeeze’ (1977), de Michael Apted, también conocida como ‘Extorsión’, es un producto que habla de la redención. Es una pieza sobria, violenta, de canallas facinerosos que secuestran a mujeres y niños y con escenas de sexo que hoy no podrían rodarse por atentar contra la moral femenina.
Pero la película, vigorosa, rítmica, oscura y dirigida con estilo por Apted, se articula alrededor del personaje de Jim Naboth, encarnado con ese toque de derribo y escombro que tenía Stacy Keach. Da vida a un exinspector de Scotland Yard venido a menos. Es un tipo que se ha convertido en una ridícula piltrafa. Bebedor incansable, se pasa la mayor parte del tiempo borracho y presenta unas pintas cercanas al vagabundo. Tiene dos hijos que apenas atiende y los servicios sociales acechan su puerta para saber de su paradero y descubrir si los niños están bien atendidos. Por lo tanto, un personaje perdedor, confuso, errático y sumido en una crisis personal agobiante. Esta clase de figuras me gustan. Se acercan, con crudeza, a la parte rastrera, verosímil, social y decadente de hombres cercanos al abismo.
Su exmujer, Jill (Carol White), un buen día se marchó de casa, abandonó a los hijos y se casó con un empresario (Edward Fox) de furgones blindados de provecho, con el que tiene una hija. Una banda de criminales capitaneada por David Hemmings y liderada por un potente hombre de negocios turbios, encarnado por Stephen Boyd, secuestran a Jill y a su hija y piden una cantidad elevada de dinero. Fox no avisa a la policía y Jim se entromete en el caso.
Para Jim, ayudado por un fiel escudero, y como escusa para levantar el vuelo de su caótico estado físico y moral, decide tomar las riendas del asunto y aprovechando su pasado policial comienza a investigar y a actuar anteponiendo su metodología.
Por lo tanto, Jim tiene una segunda oportunidad para volver a ser el ser íntegro, resolutivo, eficaz y poder parchear con su valiente atrevimiento la parte marido/padre donde falló estrepitosamente, pese a sus intentos de jugar al fútbol con sus hijos. Es un personaje camino de la rehabilitación. A pesar que gran parte del metraje se pase con una botella en la mano, un vaso cerca y constantes tragos al coleto para presentar una imagen dudosa y poco factible al cambio.
Por su parte, los delincuentes son salvajes y desalmados y solo mantienen la compostura de caer en los ruin y despreciable David Hemmings y Stephen Boyd, cuya clase va por delante.
La trama de la película es muy común a todas las historias de secuestros. Los villanos piden un rescate, un millón de libras, y una vez reunido el dinero establecen el lugar de entrega a cambio de la devolución sanos y salvos de los rehenes. Aquí la pauta sigue un protocolo muy definido, no se aleja del estándar más común y, lo mejor, como digo, está en los personajes y en alguna escena aislada.
De estas escenas me quedo con dos. Una muy estrafalaria. Jim logra entrar en la estupenda casa del gángster que interpreta Boyd. Es sorprendido por éste y por sus esbirros. Como castigo por su entrometimiento no solo le llenan de alcohol del bueno, un gran destilado, sino que lo dejan en pelotas, con los zapatos como únicas prendas. De esta guisa le devuelven a casa pero en vez de dejarlo en la puerta de su vivienda lo sueltan en medio del barrio en el que habita siendo la mofa de los viandantes y vecinos, que se burlan de su atuendo y se ríen de su ridícula ebriedad.
Sin embargo hay una escena, de corte erótico, que hoy no podría rodarse. Jill, la exmujer de Jim, tiene un pasado de stripper, de bailarina de topless en garitos de hombres. Aquí, a petición de Hemmings, y para contentar a su banda de cafres libidinosos, la invita a que haga un numerito de destape. Se va quitando todas las prendas mientras la cámara no pierde detalle de la cara rústica fogosidad de los forajidos, mientras Hemmings disfruta pero con su toque de distinción. Jill se queda completamente desnuda. No hay cortapisa ni media tintas, al grano. La escena es memorable. Bien ejecutada. Para luego estar obligada la mujer a acostarse con uno de los malandrines. Claro, Jill, escoge a Hemmings, con el que intima más de lo debido.
‘The squeeze’ es una pieza firme, emocionante, que presenta seres infames, incluido Jim, queda algo al margen Edward Fox (qué tiempos cuando interpretó al asesino a sueldo El Chacal en el gran filme de Fred Zinnemann de 1973), incluso Jill entraría en el mismo saco, con la particularidad que Jim resucita de su estado etílico, Jill se abraza a su esposa que jamás sabrá qué hizo para contentar a su captores y, en líneas generales, es un estupendo producto característico de su época.
Reseña de José Manuel León Meliá
The Squeeze (1977) | |
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Rating: 6.3/10 (859 votes) Director: Michael Apted Writer: Leon Griffiths, James Tucker Stars: Stacy Keach, David Hemmings, Edward Fox Runtime: 104 min Rated: R Genre: Crime, Drama, Thriller Released: 20 Mar 1977 |
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Plot: A dangerous, violent gang kidnaps a woman and her daughter to extort some money from her rich husband. He and her down-on-his-luck ex-cop ex-husband decide to deal with the kidnappers themselves. |
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