Pese a los reconocimientos recibidos, parte del potencial emocional que contiene esta producción mexicana no termina de emerger porque la narración se torna demasiado errática. Salta de unos personajes a otros sin patrón fijo y alterando el discurso central. La directora Lila Avilés (La camarista) pretende insuflarle tanto realismo a las imágenes que su obra acaba viéndose perjudicada por ese indiscutible virtuosismo. Aplica las técnicas del falso documental, al punto de que parece haber rodado ...