La película de Sofia Coppola (Lost in Translation) se contagia demasiado de los días apáticos que soportó la protagonista según recoge en su autobiografía: Elvis y yo (1985). Eso se traduce en un pulso narrativo bastante plano. La mejor baza del relato reside en mostrar la transformación psicológica del personaje: desde la ingenua adolescencia a la madurez y la maternidad. Se detiene en experiencias puntuales para argumentar las causas que precipitan ese cambio, creando una atmósfera tensa ...