‘Chien de la casse’ (2023), de Jean-Baptiste Durand, es una producción francesa que habla de una relación asilvestrada entre dos amigos de la infancia que se mantienen unidos a pesar de sus diferentes caracteres y temperamentos. Una apreciable ópera prima que observa en un tono costumbrista y estilo naturalista un drama sobre dos jóvenes adheridos a una zona del sur de Francia en la que parecen adheridos con riesgo de perpetuarse de manera mecánica sin pelear por un futuro mejor.
Jean-Baptiste Durand echa mano de dos intérpretes muy bien seleccionados que encajan como anillo al dedo en sus respectivos roles. Anthony Bajon encarna a Dog, un chaval algo pusilánime y retraído cuya voz narrativa está siempre solapada por la intensidad y fiereza en su cometido de Raphaël Quenard, que da vida a Mirales, un muchacho orgulloso y arrogante cuyo ejercicio de poder y dominio eclipsa a su sensible amigo.
Con pocas escenas y menos datos, el cineasta dibuja el perfil de los dos jóvenes y los encaja en una villa del sur francés en la que se desenvuelven sin oficio ni beneficio. Su misión no es otra que dejar transcurrir el tiempo, disfrutando de los video juegos, de cachondeo en la plaza del pueblo con los amigos y trapicheando con droga en el caso de Mirales.
Este equilibrio soportable por la monotonía y la falta de otras aspiraciones que las apuntadas se resquebraja cuando Dog monta en su coche a una joven autoestopista que se dirige al pueblo. Se trata de Elsa (Galatea Bellugi), una estudiante de literatura comparada que llega al sitio para pasar un mes en casa de un pariente. Dog y Elsa se entienden, se gustan y comienzan una relación de amistad/romance que altera los crispados e insolentes nervios de Mirales. Éste se siente desplazado, algo celoso y no comprende como su mejor socio en el pueblo es capaz de enamorarse de una intelectual que cuando cumpla su tiempo de estancia regresará a París junto a su novio.
La presencia de Elsa es un acicate para motivar y despertar al lánguido y, la verdad sea dicha, algo pánfilo Dog. El apodo de Dog puede estar más relacionado como animal de compañía y dócil sometimiento a los designios y órdenes de Mirales que a la bravura que el término en inglés pueda significar. El caso que la relación de Elsa y Dog avanza a trompicones, de manera dubitativa, y siempre (no podía ser de otra manera), según las coordenadas que impone la chica, mientras Mirales se queda estupefacto, muy herido, bastante cabreado y dejando traslucir su machismo y misoginia.
En cualquier caso, el vínculo momentáneo y, por lo tanto, efímero entre la pareja viene bien a Dog porque le hace ganar en autoestima y reafirma, aunque levemente, su posición de guiñapo frente a Mirales. En este aspecto es de agradecer el chute de moral que insufla Elsa a Dog. La chica es como una bocanada de aire fresco. Y yo me pregunto, pero ¿Quién no puede querer a Elsa? Es una chica estudiante de Literatura Comparada, que no le importaría ser crítica de cine, escribir sobre películas y organizar debates cinéfilos sobre un largometraje visionado. Como digo ¿Quién, en su sano juicio, no puede sentir una atracción total por una chica así? Además, Elsa tiene encanto, es guapilla y tiene estilo y personalidad. Quizás se pasa algo de frenada en una secuencia que me parece memorable. Se desarrolla en un restaurante fino, elegante y caro. Están los tres personajes principales más tres amigos más. Hablan de sus cosas pero Mirales está encendido, inquisitivo y borde. Le pregunta a Elsa de qué va ese rollo de la Literatura comparada. La muchacha, en una actitud pomposa y despreciativa, no quiere abrir una brecha cultural y se niega a ampliar la respuesta por entender que Mirales no debe conocer, por ejemplo, a Herman Hess. Jopeta, el rudo, hostil y malencarado casi suelta un discurso y cita algunas obras del escritor alemán, entre ellas su emblemática ‘El lobo estepario’. En pocas palabras, si teníamos a Mirales como un rústico pueblerino, lerdo, paleto e iletrado, pues todo lo contrario, versado (lee libros antes de acostarse) y preparado para resistir cualquier combate literario.
Los amigos se distancian todavía más, la relación entre Elsa y Dog se mantiene cogida con pinzas y cuando sueltan lastre Dog se mete en un lío gordo, muy violento y es entonces cuando aparece de nuevo Mirales para echar una mano a un amigo/colega/socio que no olvida y menos en asuntos muy comprometidos.
‘Chien de la casse’ o ‘Perro feroz’ como se ha titulado en España me deja la sensación que todo lo que veo lo compro. No por su argumento, guion e historia, sino por la noble y cercana realización de Jean-Baptiste Durand que ejerce casi de documentalista y me acerca una realidad que la puedo palpar y sentir. Me gusta el manejo de su cámara y la notable espontaneidad (y grandeza) de sus jóvenes intérpretes. Hacia tiempo que no veía un relato acerca de la madurez y redescubrimiento en sí mismo de un joven contado con franqueza y emotividad.
Reseña de Jose Manuel León Meliá
Junkyard Dog (2023) | |
---|---|
Rating: 7.1/10 (1,164 votes) Director: Jean-Baptiste Durand Writer: Jean-Baptiste Durand, Nicolas Fleureau, Emma Benestan Stars: Anthony Bajon, Raphaël Quenard, Galatéa Bellugi Runtime: 93 min Rated: N/A Genre: Comedy, Drama Released: 20 Jan 2024 |
|
Plot: In a small village in the south of France, Dog and Mirales live a conflicting friendship. The duo is upeneded when Elsa arrives in their village, a young woman with whom Dog will fall in love. |
Deja una respuesta