Amador Coro ha sido condenado por haber provocado un incendio en un bosque. Cuando sale de prisión, nadie lo espera. Regresa a su pueblo natal escondido en las montañas de una zona rural de Galicia  para vivir con su madre, Benedicta, y sus tres vacas. La vida pasa lentamente, hasta que una noche un incendio comienza a devastar la región.

«Si lastiman a otros, es porque ellos también lastiman»

El director francés Oliver Laxe (Mimosas) sorprende bastante con una película rodada en gallego sobre un conocido piromano de los bosques de Galicia.

Las imágenes de destrucción del paisaje nos golpea en la primera escena sobrenatural de unos buldozers por la noche, iluminada con los focos de las maquinas que parecen monstruos arrancando y tirando arboles con suma facilidad, con música de Vivaldi.

Mas tarde conocemos a Amador que sale de la cárcel tras cumplir una condena por quemar un bosque, interpretado por Amador Arias con cara inexpresiva intentando aguantar la vergüenza de su encarcelamiento y soportando burlas continuas. Su madre Benedicta (una entrañable Benedicta Sánchez) habla poco, pero se le nota cierta sabiduría en lo que dice, la cual se alegra claro está por el regreso de su hijo.

La peculiar madre con su hijo en la Galicia profunda.

El director tiene un enfoque muy opaco del personaje principal creando una atmósfera que nos describe con muy poca información, un pobre diablo que al escuchar una canción en la radio de Leonard Cohen solo dice que le gustan los sonidos pero no entiende lo que dice, a lo que le responden no necesitas entender una canción para que te guste, algo paradójico como no entender el mundo donde vives.

Una historia humilde y humana, que va cociéndose a «fuego lento».

El director Oliver Laxe

 

 

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