Sigue siendo un placer inmenso reencontrarse con un título como ‘La soledad del corredor de fondo’ (1962), de Tony Richardson, una catártica muestra del inconformista free cinema británico que sin piedad hostigaba al sistema social/económico/político establecido. El guion le pertenece a Allan Sillitoe, que adaptaba su propia novela homónima. Está filmada en blanco y negro y la fotografía con captación retratista del entorno contextual la pone Walter Lassally. Un operador que captó con minuciosidad un ambiente obrero de fábricas, casas humildes y la triste y desalentadora realidad sociológica, apesadumbrada y desesperanzada.

La ruina atribulada de un puñado de personajes sometidos a la presión de su condición obrera maniatada por sus escasas posibilidades de escapar del atolladero se refleja en la actitud nihilista y despreocupada del personaje central, Colin Smith (Tom Courtenay). Este es un joven que criado en una familia vulgar, desafectuosa y típica de las barriadas periféricas coquetea con la delincuencia por su escasa formalidad con el apego al trabajo. Su desconexión con el compromiso y la falta de oportunidades le arrastra al robo cuando el dinero les urge para vaguear con chicas.

La acción de la película se inicia con Colin completando una carrera a campo a través mientras su voz off (over) explica que a su familia siempre le ha gustado correr. Tras esta confesión, y por corte directo, la cámara de Richardson nos sitúa en el interior de un furgón policial. Planos detalles de cadenas y chicos esposados. Entre ellos, Colin, que viaja en dirección al correccional bajo el mando de Ruxton Towers (Michael Redgrave).

Este es un reformatorio para jóvenes indicado para corregir los modales villanos de chavales que han cruzado al lado oscuro. En estas instalaciones, rudas e inhóspitas como tantas otras del mismo estilo, Colin coincidirá con otros inquilinos y conocerá la rigidez de la institución como la privación de la ventajas de la libertad.

Sillitoe estructura la narración entrelazando el presente que se desarrolla en el centro reformador alternado con la inclusión de puntuales y largos flashbacks que detallan los pormenores y episodios de las semanas anteriores a entrar en el internado. En estas se cuentan los aspectos relacionados con el estatus de su familia, la enfermedad de su padre y la negativa de éste a medicarse, la tontorrona frivolidad de su madre, sus tres hermanos pequeños y la vida ociosa junto a su mejor amigo y colega de fechorías, Mike (James Bolan).

Richardson formula un cuadro social y psicológico del suburbio y de sus gentes. Una metodología directa, realista, muy atenta, desde la grisura y un toque desapacible, que nos aproxima a la realidad y al estado de ánimo de la figura de Colin. Todo está perfectamente encuadrado formando un demoledor paisaje deprimente con sus rudas figuras.

En presente, con la acción mostrando el proceso de reeducación al que arrastran a los delincuentes de poca monta, centra el interés en la oportunidad que se le presenta a Ruxton cuando observa con pasión nada disimulada las enormes aptitudes que posee Colin para el deporte y, especialmente, para las travesías de cross.

Si bien en su casa y en la calle Smith es un don nadie, aburrido de los ridículos dispendios de su madre con la indemnización recibida por el fallecimiento del marido y ofuscado por la falta de dinero para llevar a su amiga a sitios bonitos, en el reformatorio, en cambio, gracias a su resistencia en las carreras logra alcanzar, por lo menos, el respeto oportunista del jefe del reformatorio. Ve en él un valioso elemento para competir y alardear en el futuro, si el progreso de Colin como atleta funciona como se espera, que un corredor olímpico británico salió de sus muros.

La última parte, planteada una competición contra los mejores y preparados deportistas de un colegio privado, se expondrá la moral de la institución y de su director al que lo único que le interesa es apretar a su pupilo, ganar para asestar un golpe meritorio que se reflejará en los periódicos y vencer a unos rivales que provienen de un centro de mucho pedigrí.

En esta prueba, filmada con precisión y pautada con tensión por un montaje sobresaltado, a Colin, en el tramo final, cuando divisa la cinta ganadora, le entra la conciencia moral. Su oculto orgullo, su osadía y empeño por liarla y fastidiar a los mandamases es impresionante. Antepone unos principios que hasta el momento no los había manifestado y decide asestar un estacazo y duro golpe institucional a un sistema conservador preestablecido que sólo busca explotar al alineado.

‘La soledad del corredor de fondo’, es un título notable, vigoroso, elocuente y veraz. Un fulminante y seco estacazo sobre una juventud confusa y maleante castigada por su falta de esperanza.

Reseña de Jose Manuel León Meliá

 

 

 

The Loneliness of the Long Distance Runner (1962)
The Loneliness of the Long Distance Runner poster Rating: 7.5/10 (9,292 votes)
Director: Tony Richardson
Writer: Alan Sillitoe
Stars: Michael Redgrave, Tom Courtenay, Avis Bunnage
Runtime: 104 min
Rated: Not Rated
Genre: Drama, Sport
Released: 08 Oct 1962
Plot: A young thief takes up long-distance running when he is sent to a borstal.
Calificación: