Animales sin collar (2018 Jota Linares)

El debut como director de largometrajes del gaditano Jota Linares se salda con una propuesta aceptable. Aunque el guion, del que también es autor, no sea redondo, hay que reconocerle la ambición y las loables intenciones volcadas en el proyecto, lo que unido a una acertada caracterización de sus protagonistas, permite componer un drama que transita por diferentes terrenos de la mano de una figura femenina que no tiene desperdicio.

Abel es el líder de un partido en alza que ha cimentado su éxito en el discurso de la preocupación por los desfavorecidos. Esos logros no hubiesen sido posibles sin el apoyo de Nora, quien le adora y siempre ha estado a su lado, incluso le sacó del pozo años atrás, cuando estaba enganchado al alcohol y a las drogas. Ahora que está a punto de alcanzar la cima, aparece alguien dispuesto a desvelar ese oscuro pasado, lo cual truncaría su fulgurante carrera.

Tras una introducción intencionadamente desconcertante, la intriga da un salto en el tiempo y nos traslada al presente. A partir de ahí, casi a modo de thriller, va desvelando secretos y dando entrada a otros personajes que juegan un papel esencial en esta historia de desenlace incierto y trasfondo dramático.

Conforme se desarrolla, gana entidad el rol de esa joven que se enfrenta a los fantasmas de antaño, debiendo lidiar con unas inesperadas circunstancias para salvar a la persona a la que ama. En este marco, la irrupción de una antigua amiga de aquella época abre nuevas posibilidades en una trama que habla del ansia de poder político, del derecho o no a redimirse y a tener segundas oportunidades, de los trapos sucios que tanto gusta airear últimamente, de la perversa utilización de las tecnologías y del valor de la mujer de hoy.

Trazado ese panorama tan amplio de miras, pierde puntualmente la firmeza de la narración y se entretiene con algunas idas y venidas de más. Por otra parte, pone un colofón justo en el fondo pero tibio en la forma, perdiendo la ocasión de haberle insuflado mayor contundencia.

La excelente interpretación de Natalia de Molina (‘Techo y comida’) eleva indudablemente el resultado que vemos en pantalla. A su alrededor pivota el resto del reparto, con mención destacada para Ignacio Mateos y Natalia Luna, mientras que Daniel Grao queda algo por debajo de sus compañeros.