Jaime Rosales (La soledad, Petra) da rienda suelta a su creatividad para convertir una historia de amor adolescente en un ejercicio poético y poliédrico. Utilizando unos recursos técnicos y narrativos peculiares, de eficacia desigual, consigue que nos interesemos por los protagonistas. No resulta difícil empatizar con ellos porque el filme habla de emociones universales e incluso introduce debates sugestivos. Ahora bien, el director juega con diferentes perspectivas de los hechos que cuenta sin ajustarse a lo ...