Cuando la confianza da asco.
Perros es una película uruguaya de comedia oscura, satírica, que te hace sonreír, a la par que la sonrisa se te queda helada por lo complicado que puede tornarse la situación.
La historia cuenta cómo en un barrio de casas unifamiliares, conviven vecinos de diferentes niveles económicos que van desde los trabajadores absolutos que siempre han querido vivir en una casa, hasta los situados más holgadamente en la clase media alta, que tienen todo tipo de comodidades.
Cuando la familia más holgada, los Pernas, en pleno verano (hemisferio sur) y Navidad, parte de vacaciones, deja encargados de cuidar la casa y el perro a sus vecinos contiguos, los Saldaña, que disponen de las llaves. Las Pernas hacen una incursión en la casa de los vecinos, para restaurar una alarma y, desde ese momento, poco a poco, se apropian del uso y disfrute de la casa vecina y de sus comodidades. Es cuando el perro desaparece y tras el regreso de los titulares cuando da comienzo una lucha de poder, de ser más fuerte, que manifiesta las miserias, las tensiones ocultas y el hasta dónde se es capaz de ascender en la venganza y represalias de cómo fastidiar al otro.
El entorno de la historia está intencionadamente rodada en una incomodidad: hay un barrio que pasa a ser un personaje, en el que, al ser Navidad y vacaciones, hay jóvenes que con frecuencia están tirando petardos y fuegos artificiales, causando estridencias sonoras que incomodan y asustan, explora la mirada del vecino y ver cómo construimos nuestros modelos de referencia con relación a lo que tiene el otro, generando incomodidad y el impacto entre nuestros vínculos, que comienzan como cordiales y transitan hacia la violencia.
La película muestra tanto el enfrentamiento de clases sociales, donde ambas familias tienen una similar aspiración: vivir en una casa con lujos, como la manera en la que construimos nuestros vínculos, nuestras dependencias materiales, las miserias de nuestras intimidades de la vida cotidiana, nuestras envidias y formas de tratar al otro cuando nos creemos por encima de él.
En el mismo plano, además de las casas, los perros respectivos de ambas familias, son también protagonistas, definiendo la personalidad de ambas. Los personajes tienen cariño a sus perros, pero lo que realmente tienen es una incapacidad para comunicarse con otros seres humanos y por eso se escudan en sus mascotas.
Igualmente, hay otro personaje turbio, el mecánico, que con su malintencionalidad y su poder en el barrio, que se entera de todo lo que pasa, que marca la legitimidad de cada familia o cada individuo para aprovecharse, resarcirse, vengarse o machacar al prójimo, cuando por si mismos no se atreven.
El castigo va a ser que los vecinos tienen que seguir viéndose todos los días de su vida. Están atrapados en un destino que es como una circularidad social, donde todo vuelve y lo recibes desde el lugar y la intensidad con la que lo das.
Es una muy estupenda película, divertida, intensa y misteriosa, cual trhiller psicológico, con incomodidad latente, con una violencia que esperas qué va a pasar y, al mismo tiempo, en la que dan a conocer aspectos de la vida real en lo que podría ser cualquier barrio de Montevideo, donde hay casas pegadas una a la otra, que en algunas hay un nivel económico alto y en otras justo al lado no tienen siguiera saneamiento.
Igualmente, donde los hombres, cabezas de familia, se ladran entre ellos y no se llegan a morder, y son las mujeres quienes aportan el sentido más cabal y el freno de mano en las situaciones más tensas.
Reseña de AngelsRup
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