‘Los aristócratas del crimen’ (1975), de Sam Peckinpah, maneja una tendencia muy acorde de los años 70 en el terreno del cine de acción como es la ruin villanía y el repugnante canallismo rampante adosado a las organizaciones paralelas a la CIA que ofertaban un servicio ilegal y de dudosa moralidad. Conspiraciones, amaños, corrupción, felonía, avaricia y torticeras astucias puestas al alcance del mejor postor. Para un tipo idealista como Peckinpah ahondar en el descreimiento y vislumbrar el paisaje feo y facineroso de una sociedad tramposa y despreciable que expulsa la nobleza y abraza los tejemanejes turbios, significa establecer acerca de los tiempos modernos teñidos de desesperanza una visión amarga e irremediablemente perdida de la honestidad.

Este thriller, extraño, caótico, delirante, burlón y paródico, con guion de Stirling Silliphant y Marc Norman, habla de la traición y la venganza. Habla de una estrecha amistad hecha añicos por la mezquindad del ser humano. A su vez, desentraña, en su parte más efectiva e interesante, el rastrero juego llevado a cabo por un organismo de protectores y sicarios a los que las manzanas podridas boicotean sus estrategias y los hace perder su siniestra labor.

En definitiva, de esta cinta me gusta el desencanto que destila. En este caso atisbado por un personaje algo básico como Mike (James Caan). Un profesional muy respetado y considerado como cumplidor de encargos en la tarea de cuidar, proteger y vigilar a hombres que necesitan conservar la vida para testificar contra alguien que de buenas a primeras observa como su mejor amigo y compañero de faena, George (Robert Duvall) le dispara en el codo y en la rodilla para dejarlo lisiado.

Inmediatamente, el tema de la traición irrumpe y, por reacción, el asunto de la venganza se activa como columna vertebral de la rocambolesca historia. Toda la entraña de la organización, los hombres que están al mando de la gestión y sus clandestinas operaciones, sin ser, desde luego, lo mejor que ha filmado el autor de ‘Grupo salvaje’, me parece lo más interesante de este errático, algo disparatado relato.

Mike, hombre de un físico portentoso, se recupera parcialmente gracias a la intervención de un gurú asiático que actúa como fisioterapeuta y le arregla alguna articulación dañada. Mike es tozudo y constante, solo piensa en liquidar a su ex amigo. No consiente que le digan que está acabado y la vida rutinaria es un infierno para él. Comienza a practicar artes marciales y consigue un cierto nivel apoyado en su bastón, que utiliza como arma defensiva y de ataque.

En esta tesitura, Mike es contratado para un nuevo trabajo: tiene que proteger a un político oriental que es la voz de la oposición en un país que no se determina. Se rodea de su camarilla, Bo Hopkins y Burt Young. Además, se entera de que George está en una banda rival que pretende asesinar al asiático.

Sin embargo, en esta película, de complicada digestión, aunque Peckinpah hace todo lo posible, dentro de la corrección procurando no desbarrar, aunque es fácil identificar cierto tono de parodia, hay varios malotes. Por una parte, George, como traidor y, por otro lado, Collins (Arthur Hiller), un perverso ejecutivo de la organización empeñado en boicotear la situación, enfrentar a todo el mundo y encaramarse a lo alto del poder.

Lástima que la solución del intrincado atolladero se resuelva en clave de ninja, con sus rituales y movimientos, a los que el firmante de ‘Perros de paja’ aplica su estilo inconfundible, con algunos ralentís. La coreografía de golpes y mandobles no es espectacular y llama la atención ver a Burt Young repartiendo collejas a los ninjas y poniendo en su sitio a algunos de los luchadores enmascarados.

Transcurridos 50 años desde su realización, volver a ver esta pieza es recordar una época cinematográfica en la que el cine de acción maridaba con influencias orientales que, en este caso, funcionan a medias, con una sensación, a veces, de despropósito. Aunque su primera parte es muy apreciable y su futilidad y antipatía por los juegos ocultos de instituciones furtivas bajo el amparo de la CIA loe mejor de ‘Los aristócratas del crimen’

Jerry Fielding en la partitura y Philip H. Lathtop como director de fotografía. Aparece Gig Young (‘Danzad, danzad, malditos’) y el escritor Tom Clancy.

Reseña de José Manuel León Meliá

 

The Killer Elite (1975)
The Killer Elite poster Rating: 6.0/10 (6,659 votes)
Director: Sam Peckinpah
Writer: Marc Norman, Stirling Silliphant, Robert Syd Hopkins
Stars: James Caan, Robert Duvall, Arthur Hill
Runtime: 122 min
Rated: PG
Genre: Action, Crime, Thriller
Released: 19 Dec 1975
Plot: Mike Locken, who works for a private security firm affiliated with the C.I.A., is betrayed by his partner and left apparently crippled for life.
Calificación: