El reparto que posee el drama empresarial ‘La torre de los ambiciosos’ (1954), de Robert Wise es asombroso y encajada a la perfección en sus respectivos papeles. Encabeza el elenco, William Holden, y le siguen June Allyson, Bárbara Stanwyck, Fredric March, Walter Pidgeon, Nina Foch, Shelley Winters, Paul Douglas y Louis Calherm. Una historia sobre un comité de ejecutivos que deben decidir el sustituto del gran jefe muerto de un fulminante ataque al corazón en plena calle del corazón financiero de Nueva York. El guion es de Ernesth Lehman inspirado en una novela de Cameron Hawley.

La película propone un perverso, retorcido, inmoral y cínico juego por hacerse con las riendas del poder. A este fin, un cineasta cauto, controlado, esmerado y dúctil nos ofrece, en un registro clásico, una pieza en clave de sátira sobre la encrucijada de postularse a favor del negocio y los dividendos a los accionistas o situarse en una esfera más desafiante e idealista en la que se anteponga la calidad del producto y el servicio al cliente. Un tema que jamás de los jamases pierde actualidad y su vértigo, velocidad y rapacidad capitalista está expresada y narrada por Wise con un filo y osadía de muchos quilates.

Vuelta a revisar no me acordaba para nada que sus primeros minutos son antológicos. El autor de ‘West Side Story’ emplea un recurso de cámara subjetiva que aunque su utilización no es novedosa sí que le dota de un misterio y grandeza impresionante. La cámara ocupa el lugar de los ojos del máximo representante de una mercantil especializada en la fabricación de muebles de diseño, convoca inesperadamente una reunión urgente de ejecutivos para cambios en la organización de altos cargos. La reunión está fijada para tal hora y se celebrará en la torre de la empresa, donde se concentra el poder.

En esos instantes subjetivos el espectador asiste a la rutina de un importante empresario camino de la calle donde le va a sobrevenir una crisis cardíaca. La cartera con su documentación e identidad es robada con lo cual hasta mucho más adelante la gente interesada no sabrá que ha fallecido. El desconocimiento del óbito es utilizado por un ejecutivo testigo del infortunio, al que da vida un torvo, ruin, canalla, ventajista y facineroso Louis Calherm, en otro de sus despiadados y villanos seres desalmados que compuso con una arrogancia y desfachatez marca de la casa. Pues bien, el tipo maneja información privilegiada y ejecuta una orden de venta de acciones al descubierto con la finalidad que la cotización del activo en el mercado de renta variable se desplome cuando se conozca la noticia de la muerte del CEO y volver a recomprar el mismo valor pero a un precio más ventajoso.

La construcción de la estructura es coral, intervienen todos los personajes convocados al encuentro, aparecen secretarias con especial cariño hacia algún ejecutivo y una vez que se sabe que el dueño de la empresa ha muerto se estable una lucha por el poder y los correspondientes lobbys centrada en dos posturas antagónicas. Por una parte, la que representa Fredric March, actual interventor de la empresa que se decanta por un negocio lucrativo para los accionistas, primándoles con un dividendo más elevado y desconsiderando la faceta artística de la empresa. Enfrente y a última hora, se presenta William Holden, que defiende el espíritu corporativista sustentado en ofrecer calidad, imagen y una marca revolucionaria en el sector del mueble.

La dosificación de las entradas y salidas de los personajes, sus enredos, compromisos, relaciones furtivas y ambiciones están reflejadas con esmero y un oficio de puesta en escena y montaje soberbios. Los últimos instantes, el de los alegatos y propuestas, es peleón, agresivo y, por qué no decirlo, liberal en el sentido moral. Triunfa el cariño, la honestidad, la franqueza, el equilibrio, la generosidad y, sobre todo, la personalidad limpia, clarificadora e incorruptible.

Me gusta ese clasicismo puro, envolvente, situacional que administra Robert Wise como si fuese un relojero suizo. El autor del libreto, Ernesth Lehman, gran escritor, le provee de un guion sólido, impecable, con diálogos bien cuajados y no exentos de ironía y mala leche. Es una película que rebosa actualidad y pretende lanzar un grito contra la especulación y el dinero rápido y fácil. Aunque una de las verdades incontestables el mercado bursátil y de la inversión se encuentra en la esplendidez de los dividendos. Y sé de lo que hablo.

Reseña de José Manuel León Meliá

 

Executive Suite (1954)
Executive Suite poster Rating: 7.4/10 (4,722 votes)
Director: Robert Wise
Writer: Ernest Lehman, Cameron Hawley
Stars: William Holden, Barbara Stanwyck, June Allyson
Runtime: 104 min
Rated: Approved
Genre: Drama, Romance
Released: 30 Apr 1954
Plot: When the head of a large manufacturing firm dies suddenly from a stroke, his vice presidents vie to see who will replace him.
Calificación: