Todavía reverbera, como el ruido de un martillo al golpear la piedra, la impecable y rotunda voz narrativa del cineasta camboyano Rithy Panh en su película sobre la memoria histórica ‘La imagen perdida’ (2013). Una película que trazaba con figuras de arcilla y dioramas la terrible devastación de pueblo camboyano durante su guerra civil y bajo la tiranía inclemente y criminal de los Jemeres Rojos. Una película que me dejó atónito al valorar el desafío del dispositivo visual utilizado por el realizador para argumentar el horror de la dictadura del terrible Pol Pot valiéndose de muñecos al no poder emplear otro material de archivo por inexistente.
El estupendo recuerdo y la emotiva admiración por ‘La imagen perdida’ me lleva al encuentro con la última película de Rithy Panh, ‘Camboya 1978’ (2024), inspirada en eventos reales y que cuenta la historia de tres periodistas franceses, dos hombres y una mujer, invitados por el régimen del genocida Pot para mostrarles la eficiencia y bondad de un sistema de severo comunismo forjado en las labores agrícolas.
La película concursó en la SO de Cannes y utiliza el formato 4:3 como dimensión para describir el testimonio de una de las barbaridades más cruentas y sanguinarias perpetradas por el hombre. La actriz Iréne Jacob da vida a la reportera Lise Delbo, una mujer sorprendida por el desaliento y el horror al testar, como testigo directo, de una realidad bañada en falsedad y manipulación que esconde una verdad de muerte y desolación. A su lado, Grégorie Colin como el informador Alain Cariou que en sus años de estudiante en la universidad de La Sorbona parisina conoció a Pol Pot. El intérprete Cyril Guei encarna al fotoperiodista Paul Thomas y hombre intrépido que cruza la línea prohibida y se adentra en territorio no autorizado para tomar fotos que revelan masacres y otras bestialidades.
En el momento de la acción, Camboya se denominaba Kampuchea libre y democrática. El régimen de Pol Pot pretendía, con la invitación a los tres reporteros, enseñarles un idílico paraíso donde el hombre, atado a las virtudes del campo y gracias a su esfuerzo conseguía la máxima expresión de libertad. Sus acólitos se empeñan en mostrar el funcionamiento de la colectividad, la humildad y exhibir un estado ejemplar perjudicado por la imagen cochambrosa y asesina que Occidente ofrece de ellos. Una tiranía cafre agarrada a su libre interpretación de ‘El contrato social’ del pensador Rouseau y centrado en el coraje e ideales para devolver al pueblo y a su gente la dignidad perdida por su anterior coqueteo con los amigos imperialistas.
Mientras el sistema agrícola y cooperativista de los Jemeres Rojos es expuesto como un intento de lavar la imagen que se tiene del exterior de Kampuchea, los tres periodistas, siguiendo sus instintos y pesquisas, van construyendo un relato distinto a la propaganda oficial. Lise se mantiene expectante y no se mete en líos esperando su oportunidad con la entrevista a Pol Pot. Alain, excompañero de universidad del sátrapa, se mantiene dudoso y confuso entre la lealtad al amigo y los graves síntomas que percibe de espanto. Y Paul Thomas, con su cámara al cuello, es el que se lanza a la aventura para ir más allá de la manipulación.
Rithy Panh construye su feroz alegato utilizando recursos narrativos entre el clasicismo y ortodoxia en el relato de los tres periodistas y la apuesta, marca de su estilo, al recurrir a las figuras de arcilla y a pocas imágenes de archivo para ilustrar la parte más oscura e infame del régimen de Pol Pot.
El entretejido de acciones moduladas por el cliché institucional narrativo interactuando con una tramoya personal del realizador ofrecen a la película un sentido visual, entre el conservadurismo y la ruptura formal para alimentar un discurso bilioso aunque predecible.
Una fragmentación que permite ver la densidad dramática y que nos conduce al último tercio del relato cuando el personaje de Lise Dabo alcanza su máximo protagonismo al interrogar al Pol Pot, sumido en una iluminación tenebrista que no deja ver su rostro, acorralándolo con incisivas y afiladas preguntas del tipo: «¿Qué papel juegan los derechos civiles y humanos en Kampuchea? ¿El hombre tiene vida privada?. Preguntas sin cortapisas contestadas con insolencia y autoridad cuyas respuestas vienen a decir, más o menos, que la vida colectiva es redonda, que han construido una nueva sociedad en la que el individuo no tiene nada en propiedad, que han conseguido reformar a la gente y volverla afín a sus propósitos de la revolución y, el resto, los disidentes, hay que ser brutales con ellos y eliminarlos por imperfectos.
En líneas generales, y pese a sus buenas intenciones y el esfuerzo por mostrar a un cafre genocida, ‘Camboya 1978’ me deja menos satisfecho y me quedo con la parte de las figuritas de cera que resumen con más desazón en su tono y alcance la consternación por un episodio de la humanidad dantesco y horrible. Pese a su énfasis más académico y espectacular, acorde con un registro industrial potente y sólido, el regusto de ‘Los gritos del silencio’ (1984), de Roland Joffé, me dejó más huella.
Reseña de José Manuel León Meliá
Meeting with Pol Pot (2024) | |
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Rating: 6.4/10 (179 votes) Director: Rithy Panh Writer: Elizabeth Becker, Pierre Erwan Guillaume, Rithy Panh Stars: Irène Jacob, Grégoire Colin, Cyril Gueï Runtime: 112 min Rated: N/A Genre: Drama Released: 05 Jun 2024 |
Plot: Three French journalists travel to Cambodia in 1978 after receiving an invitation from the Khmer Rouge regime, embarking on a perilous adventure. |
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