Es una película divertida, atrevida, sencilla y que, con el juego de lo absurdo, plantea temas para cavilar.

Una comedia diferente, que va un poco a la contra de esa comedia popular que se está haciendo en España.

Se mueve entre dos mundos, entre lo macabro y lo cómico, consiguiendo mantenerse sin desequilibrarse ni hacia un lado ni hacia otro. Está entre la sonrisa y el suspiro.

Surtido veraz fantasmal:

Los fantasmas de la película, dentro de sus 5 capítulos, es un recopilatorio o surtido de las creencias (veraz) de los fantasmas con los que convivió Enrique Buleo en su niñez, con las creencias en su pueblo, como una representación de la idiosincrasia diferente en el que cada fantasma tiene unas características muy particulares que le permiten llevar cada una de las historias más allá, como un fantasma que no puede realizar acciones físicas y necesita a otro para que cambie algo de una lápida, otro fantasma travieso que hace putadas en el pueblo y a sus habitantes, otros fantasmas que no quieren reunirse con sus parientes muertos…

Las historias muestran la cotidianidad, contiene “esas cosas” que pasan en los pueblos a las que ha sacado punta, mezclándolo con temas actuales como noticias conspiranoicas, temas esotéricos, bulos que se expanden, creencias, a las que ha dado una naturalidad rayando lo serio y lo divertido.

El absurdo sale de lo cotidiano. Situaciones que se ven como absurdas, pero que salen de la realidad, como el cultivo del champiñón, como las noticias de la desaparición del limbo, de la construcción de un parque temático El Reino de Don Quijote (como un Las Vegas en Cuenca), la teoría del gran reemplazo, noticias todas reales y absurdas que ha ido anotando Buleo a lo largo de los años y que coloca muy oportunamente como uno más entre el resto de detalles barrocos que tiene su película.

Es una película en lo que todo va en consonancia: está contando una historia castiza y costumbrista, y lo cuenta desde un punto donde no hay grandes decorados, todo es como de andar por casa (los vecinos del pueblo fueron los que prestaban las cosas de sus cosas para el rodaje, donde los efectos especiales, la música, todo está en el mismo tono, todo está en el mismo registro, no hay alarde ni nada innecesario. Mantiene todo pequeño al igual que las cosas intimistas que cuenta.

Su estructura es de 5 capítulos, que es algo que no entiendo cómo a veces no gusta en película, con el éxito que tienen las series, que también son episódicas.

Las historias se entrelazan sutilmente, como unos candados en una verja, unas luces en una casa deshabitada, una iglesia quemada y una alcaldesa con carisma y autoridad tan enorme como su báculo, sin necesidad que los personajes se repitan o hagan cameos entre los capítulos.

La película está rodada en el pueblo del Director, Villanueva de la Jara, en Cuenca, donde vivió hasta sus 18 años.

En el pueblo donde creció no había muchas opciones para divertirse, después del colegio los niños se entretenían haciendo mecanografía o jugando al fútbol o haciendo la ouija convocando al más allá sin parafernalia ninguna, mientras merendaban el bocadillo de salchichón, viviendo con naturalidad la posibilidad de hablar con los muertos.

Es un homenaje a las creencias con las que creció Enrique Buleo: la muerte en los pueblos se vive con tristeza, pero le resta un poco de gravedad la creencia de la vida después de la muerte y la posible comunicación entre muertos y vivos.

El registro actoral está muy equilibrado, los personajes no se eclipsan unos a otros. El elenco se eligió mezclando actores profesionales, que contribuyen son su versatilidad y buen hacer, con actores no profesionales que aportan una naturalidad fresca y arraigan con lo rural, lo sencillo y la cotidianidad.

La música está compuesta por Sergio Bertrán y, sigue siendo tan sencillo, que el propio compositor se compró una bandurria, unas castañuelas y las aprendió a tocar adrede para crear la música de la película que, por cierto, es una maravilla que me encanta cada vez que suena el ruido amaderado de las castañuelas.

Para su Director, Enrique Buleo, sus referentes son Ulrich Maria Seidl, cineasta austriaco seco, árido en sus trabajos,  Jessica Hausner, y también, por su formación plástica (estudió Bellas Artes), referentes del mundo de fotografía (Martin Parr, Chema Salvans, Ricardo Cases) o de la pintura (Jessica Fassner), creando una amalgama fantabulosa.

A Enrique Buleo, con esta su primera película, le asignan referencias como José Luis Cuerda, por lo rural y el absurdo, y sobre todo con Almodóvar, simplemente por ser de La Mancha, comparación bastante frívola por su pobre justificación.

Sin embargo, dándole un sentido más profundo a esta idea de designar a Buleo como “el nuevo Almodóvar”, es en la cotidianidad de las historias que cuenta, a las que le da una vuelta para hacerlas complicadas y absurdas, resultando cómicas. Igualmente, todos sus personajes principales son mujeres, interesantes, intensas, con vidas e historias penetrantes y con entidad, con peso. Las mujeres son personajes rurales, pero Buleo les da consistencia, alma, entidad, en contraposición con los perfilados de trazo grueso de sus personajes masculinos, en los que no merece la pena entretenerse retazando sus vidas: hombres cuyo entretenimiento es pasar la tarde en el bar con el whisky en la mano o haciendo un pulso con el compañero o que cuando son algo más profundos es porque joden la vida de sus mujeres cercanas.

Muy buen entretenimiento, divertido. Merece la pena darle la oportunidad y compartir verla en cine con los amigos.

Reseña de AngelsRup

 

Bodegón con fantasmas (2024)
Bodegón con fantasmas poster Rating: N/A/10 (N/A votes)
Director: Enrique Buleo
Writer: N/A
Stars: Consuelo Trujillo, Bianca Kovacs, Eduardo Antuña
Runtime: N/A
Rated: N/A
Genre: Comedy
Released: N/A
Plot: In a small town haunted by the struggles of life and death, ghosts and humans alike embark on a desperate journey to end their torment, resorting to extreme measures to achieve their goals.
Calificación: