En esta tabla sí que cabemos cinco
A rebufo del reestreno de «Tiburón» de Spielberg, que cumple 50 años, nos llega esta producción australiana claramente de serie B, que si no te la tomas en serio puede resultarte graciosa, si no es así resulta penosa.
Estamos en la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados australianos que se dirigía en un barco son atacados por los japoneses, la nave se hunde quedando varados varios soldados en un tablón grande, rodeados de una densa niebla, será difícil que los encuentren, es cuando se dan cuenta de que la verdadera amenaza viene de las profundidades…
El hambre, la sed, el miedo y los conflictos entre ellos para intentar sobrevivir comienzan a hacer mella entre ellos, los ataques del gigantesco tiburón harán que tengan que agudizar el ingenio para poder sobrevivir.
Hay que valorar su mérito de rodar un film de tiburones en una piscina sin olas, con un tablón con cinco hombres encima y humo por todos los lados, como si fuera una niebla densa, nunca llegamos a ver el horizonte, ni saber si es de día o de noche. Hasta tenemos un piloto japonés medio loco. Escenas truculentas y algo de gore completan esta historia con unos diálogos demenciales.
Hace poco en nuestras pantallas se estrenaba el anterior film de Kiah Roache-Turner «Sting, araña asesina», un director bastante conocido por las tres películas apocalípticas de «Wyrmwood», aquí mezclando géneros nos trae una historia que dice «inspirada en hechos reales» un thriller bélico con un gigantesco escualo, que aunque el ritmo es eficaz, a mí me aburrió soberanamente.
Ricar
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