
Mientras algunas películas todavía me dejen un poso de «algo» en la extensión más alargada de su proceso creativo, convertido en imágenes que conlleven la narración de una historia emocionante o conmovedora, voy bien. Es decir, me mantengo enganchado a este arte explorando propuestas a ver cuál me interesa y me gusta más. En cualquier caso, hay tanto que ver, pululan tantas piezas por ahí, muchas de ellas creo que inalcanzables, a no ser que la búsqueda sea afortunada, que se agolpan, y estableces un criterio de prioridades, deseando que la elección sea acertada y el relato audiovisual te convenza por diversos motivos.
Anoche tuve ocasión de visionar ‘Train dreams’ (2025), del realizador norteamericano, Clint Bentley, autor del guion junto al también director Greg Kwedar (‘Las vidas de Sing Sing’ 2024), inspirada en la novela homónima del escritor, cuentista y periodista Denis Johson. Y la verdad que disfruté bastante con la película. Su tono melancólico, triste y doloroso me dejó muy buena sensación. Acompañado por un estilo sereno y envolvente, engranado con referencias que me traía ecos del mejor e inspirado Terence Malick. Subrayado por una omnipresente voz en off, de armónica cadencia, que resalta a modo de elegía las vicisitudes sin épica y pomposidad de un hombre que sufre una serie de infortunios y los encara con desolación y sufrimiento.
‘Sueño de trenes’ me recuerda a ‘Días del cielo’ (1978), de Malick, en un registro estético menos luminoso, y centrado también en la mano de obra que a principios del siglo XX ayudó a la revolución industrial como la construcción de la línea férrea o la incorporación de maquinaria a las labores de la tala de árboles. En esta época que en Europa se libraba una guerra y la posguerra, se sitúa la historia sobre la vida y vicisitudes de Robert Grainier (Joel Edgerton), un tipo que pasó por la tierra como un verso inflamado de desesperación por haber perdido a su familia.
Acompañado en todo momento por la voz en off pautando la narración como si fuese un metrónomo, Clint Bentley cuenta los avatares y desdichas de un leñador que nunca supo quienes eran sus padres y cuyo gran triunfo y lo mejor que le pasó en su existencia fue conocer a Gladys (Felicity Jones), que más tarde se convertiría en su esposa. Una pareja que se construyó su propia cabaña junto al río, que tuvieron una niña, Katie, y disfrutando de momentos felices, un trágico suceso devoró a la mujer y a la hija.
Grainier es un meticuloso y experto leñador, especializado en la tala de árboles, que se enrolaba en expediciones que se dedicaban a hacer los tablones de la vía férrea o imponentes puentes de madera que soportaban los raíles del tren. Una época agitada y el personaje fue testigo de cómo deportaban a los trabajadores chinos o simplemente, sin saber por qué, los mataban por puro racismo. Grainier se queda conmocionado con el ajusticiamiento sin saberse el motivo de uno de sus compañeros de origen asiático cuya figura se le presenta en algunos momentos a modo de cargo de conciencia porque cuando fueron a por el chino nadie movió un dedo por detener a la horda de salvajes que lo tiraron puente abajo.
La película es hermosa y sensorial. Una parte muy amplia fija su atención en la descripción de una labor operaria consistente en la tala de árboles y fijar la fisonomía de una serie de individuos, algunos peculiares y la mayoría nómadas, que se enrolaban en las cuadrillas y dejaban huella si su personalidad o temperamento era objeto de atención. Otra parte, más íntima, cariñosa, bonita y sensible desgrana la vida familiar que Robert y Gladys crean con la ilusión, primero, de recién casados y, luego, como emprendedores con la idea de montar un pequeño aserradero para evitar las continuas marchas de Robert en busca de faena.
Hay instantes, y es verdad, que ‘Sueños de trenes’, salvando las distancias, me recuerda el desasosiego y, a la vez, la tenacidad y capacidad de resistencia y resiliencia de Jeremiah Johnson. Hay escenas, detalles, elementos visuales y emocionales que me enlazan con la pieza maestra de Sidney Pollack. Sobre todo cuando tras la desaparición de Gladys y Katie la voz en off dice «<Que lo abrumaba el vacío>». El mismo que sentía Jeremiah (Robert Redford) cuando comprueba que su compañera india y el muchacho al que protegía son víctimas de los pieles rojas.
El tercio final, algo más luminoso confrontado a los colores marrones, verdosos e, incluso, ceniza de los dos bloques anteriores, incorpora un nuevo personaje femenino, Claire (Kerry Condon), una agente forestal que, menos mal, no supone un forzado vértice romántico, sino que se queda como un chispazo de serenidad y humanidad. La placidez narrativa, surcada de flashbacks, que se mueven en el recuerdo emocional y los flashes con su amigo chino muerto consiguen, gracias, a un devenir de hechos torcidos, sentir la soledad y aislamiento de Robert Grainier, que llega hasta 1968, cuando el mundo estaba pendiente de la carrera espacial.
Reseña de José Manuel León Meliá

| Train Dreams (2025) | |
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Rating: 7.4/10 (365 votes) Director: Clint Bentley Writer: Clint Bentley, Denis Johnson, Greg Kwedar Stars: Kerry Condon, Felicity Jones, Joel Edgerton Runtime: 102 min Rated: PG-13 Genre: Drama Released: 21 Nov 2025 |
| Plot: Based on Denis Johnson's beloved novella, Train Dreams is the moving portrait of Robert Grainier, a logger and railroad worker who leads a life of unexpected depth and beauty in the rapidly-changing America of the early 20th Century. | |







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