Últimamente estoy muy pesado, aunque creo que voy a corregir pronto, sobre el impecable estado de forma de las copias que pasan por el servicio de chapa y pintura y las dejan hermosas y fascinantes. Las remasterizaciones con escalado de imagen al nivel de 4 K de algunas de las películas más importantes de mi vida me lleva a su revisión. Los repasos pueden ser benignos, es decir, que me causan el mismo fulgor apasionado que cuando vi una determinado pieza en una sala de cine y en pantalla gigantesca o ser una bala que la carga el diablo hasta el punto de llevarte una monumental decepción.
No voy a insistir más por este terreno entre otros motivos porque pronto iniciaré mis vacaciones estivales en la terreta, Valencia, y allí, en la playa, sin el soporte de una buena conexión wifi, la actividad recuperadora y la visión de algún estreno anticipado, se limitará a lo imprescindible.
Las reseñas en el Diario La Rioja volverán pero ya en septiembre y los comentarios radiofónicos continuarán los viernes, hablando de los estrenos en Logroño, pero desde la orilla del mar.
Pero no puedo sustraerme de comentar una de las últimos repasos que acabo de acometer y del que he salido henchido de felicidad. Amo hasta el delirio la filmografía de Sam Peckinpah y considero su filmografía como una de las más rabiosas y, a la vez, románticas que quepa imaginar.
Entre su trayectoria no muy amplia tiene logros personales, a contracorriente, con un enfoque audaz y un tratamiento de la historia personal y a bocajarro. Además del estilo visual y las detonaciones expresivas propias de un autor que hizo del maridaje de la violencia y el recurso fronterizo, una de las odas más atrevidas y consecuentes de su carrera.
Voy a pontificar de nuevo sobre ‘Pat Garrett and Billy the Kid’ (1973), un prodigioso western, tremendo, sobre la descomposición de un tiempo y espacio corrompido por la deslealtad y teñido de rojo por la traición. Una elegía sobre un duelo entre amigos, ahora enfrentados, donde Billy (Kris Kristofferson), menos aniñado y pueril que su mito, se muestra tal y como es, pistolero y una pizca quinqui, frente a su oponente, el sheriff Pat Garrett (James Coburn), que declinó seguir a su lado como colega por apaños espúreos aunque añora en el fondo de su romántica alma y corazón partido que cabalgar y vivir situaciones peligrosas eran lo mejor.
El tema de la felonía y las amistades rotas, con el agravante que el camarada de antaño es el enemigo de ahora, es un asunto que el responsable de ‘Perros de paja’ (1971), sabía tratar como ninguno. Con una fuerza y brío melancólico. La película, auténtica joya imperecedera, se abre en un color tono daguerrotipo sepia donde una emboscada acaba a balazos con la vida de Garrett mientras un montaje fulminante alterna ese episodio, a ralentí, con el tiroteo de unos hombres que atinan su puntería disparando contra las cabezas de pollos semienterrados en la tierra.
Una apertura cañera, a todo trapo, de excitación rebelde y provocadora, que deja un trazo virtuoso, con un sentido visual y estético magnético, fabulado bajo la voz y la guitarra del trovador Bob Dylan, intérprete con diálogo y compositor de la lírica partitura musical.
Una gozada de película, de las de antes, libre, que todavía hoy se puede y se debe revivir en las mejores condiciones de imagen y sonido.
Reseña de Jose Manuel León Meliá
Pat Garrett & Billy the Kid (1973) | |
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Rating: 7.2/10 (19,565 votes) Director: Sam Peckinpah Writer: Rudy Wurlitzer Stars: James Coburn, Kris Kristofferson, Richard Jaeckel Runtime: 122 min Rated: R Genre: Biography, Drama, Western Released: 23 May 1973 |
Plot: Pat Garrett is hired as a lawman on behalf of a group of wealthy New Mexico cattle barons to bring down his old friend Billy the Kid. |
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