Me lo he pasado bastante bien con el visionado de la película de producción norteamericana, ‘Gambit’ (1966), de Ronald Neame. La tarde está siendo muy placentera y el disfrute total y muy entretenido con el pase de esta pieza sobre una pareja de ladrones.
Los robos sofisticados que exigen muchas horas de ensayos y la sincronizada función de los delincuentes me parece un subgénero fascinante y empático. La sobria preparación de un golpe y la puntillosa ejecución de su plan es una maquinaria que me ha atraído desde siempre.
Por otro lado, las rapacerías de medio pelo, menos exigentes y de planteamiento más pueril, llevado a cabo por una banda de criminales menos preparados y de aspecto desaliñado, aunque de mi agrado, me han dejado, salvo honrosas excepciones y vinculadas a la serie B, una huella menos recordada.
En cualquier caso, el subgénero ha contado con piezas repletas de fuerza y tramas ingeniosas y estupendamente narradas, siempre desde un tono serio y formal, y otras, en cambio, disfrazadas de alientos aleatorios en los que tenía cabida desde la comedia, la farsa, la sátira y el sainete más burdo y tosco.
‘Gambit’ o ‘Ladrona por amor’, es una película muy simpática, con un ligero toque de distinción que la emparenta, salvando las distancias, ‘Como robar un millón y…’ (1966), de William Wyler. El autor de ‘Ben-Hur’ contó con una pareja estelar de mucho glamur, Audrey Herpburn y Peter O’Toole. Nada más y nada menos.
Ronald Neame no se quedó atrás y tuvo un cartel coqueto y bastante cuco. Encabezado por el inglés Michael Caine, que aporta la flema, la chulería y el aporte de una autoconfianza secular y ella es como una fuerza de otro mundo, la gran Shirley MacLaine, en un papel divertido y lleno de giros. El veterano Herbert Lom y el menos conocido John Abbott completan un cuarteto con bastante juego.
La acción se sitúa en Hong Kong. Hasta la colonia inglesa se acercan Harry Dean (Caine) y su inseparable secuaz, Emille (Abbott), con la intención de convencer a una corista, Nicole Chang (MacLaine), para que se una al grupo con el propósito de trasladarse a una ciudad arábiga, Dammuz, para perpetrar un negocio por el que cobraría 5.000$. La chica, sin ofrecer resistencia y sin musitar palabra alguna se apunta al chanchullo.
Los siguientes doce minutos aproximadamente son de un atractivo y encanto colosal. El cuarteto llega a la exótica ciudad y desde que descienden de la escalinata del avión todo el plan se ajusta a lo que habían diseñado. Nicole, ahora convertida en la mujer de Dean, sin abrir la boca (no dice ni una palabra pero su mirada y lenguaje corporal son dignos de elogio), completa su rol de hembra cebo a la que no puede resistirse Shahbandar (Lom), una de las grandes fortunas del mundo y poseedor en su ático de una estatua deseada por Harry. Mientras Shahbandar está atontado por la presencia de la mujer de Harry que le recuerda a su difunta esposa, el ladrón de guante blanco con los acontecimientos causales a su favor no encuentra obstáculo alguno, coge la escultura y escapa con una facilidad pasmosa.
Terminada esta peripecia, la acción vuelve al punto de partida, al cabaret donde Harry y Emile tratan de cerrar un acuerdo con Nicole Chang quien, por cierto, ya no se muestra tan sumisa, habla, es respondona y mete en la tesitura alguna intervención porque puede que la consideran tonta o despistada, pero no tonta clavada.
La trama continúa, y otra vez el guion sitúa en la localización de Dammuz el grueso del armazón. Y, por su puesto, su desarrollo difiere bastante, como de la noche al día, del prólogo inicial. El exquisito recibimiento lleno de halagos y prebendas apuntados en los primeros compases se diluye con un azucarillo en el agua por una situación adversa, fea, llena de inconvenientes y un millonario menos bobo y amodorrado que el observado en el arranque de la historia.
Por lo tanto, con un giro a la contra, y con muchos problemas para articular el plan, los farsantes deben reformular su estrategia y adaptarse a un ritmo inesperado. La improvisación debe ajustarse a lances con los que no se contaba y, en esa componenda, Nicole tiene mucho que decir (jajajaja) porque su mente también piensa y propone soluciones donde Harry estaba emboscado.
Para sustraer la figura de una habitación dotada de los elementos tecnológicos de seguridad más avanzados del momento, Harry deberá apretar su inteligencia e ingenio para dar un golpe maestro. Toda la secuencia del asalto a la fortaleza (un ático), el desarrollo minucioso de los pasos a seguir, los planos exteriores del personal de seguridad editados para darle tensión a la escena, la llegada del propietario y las enormes dificultades para penetrar en el habitáculo donde reposa la cabeza, son eficientes, bien narrados, con una pizca de humor y una fiabilidad sin mácula.
Ronald Neame, responsable de éxitos como ‘La aventura del Poseidón’, filmó ‘Gambit’ entre ‘Espías en acción’ (1966) y ‘Los mejores años de Miss Brodie’ (1969). Su etapa inglesa, la que conozco, me parece sobria, a la misma altura que la de John Guillermin. ‘Gambit’ es correcta y funcional. Agradable y distraída hasta el infinito. Los actores están espléndidos y dan un juego al que no se le puede rechistar. La trama rocambolesca como casi todas. El giro final es para descorchar cava. En líneas generales, una película enchufada con un puntito de ironía chispeante. Y lo vuelvo a repetir. La primera secuencia con Shirley MacLaine callada, es pura orfebrería.
Reseña de Jose Manuel Leòn Melià

 

Gambit (1966)
Gambit poster Rating: 7.1/10 (6,509 votes)
Director: Ronald Neame
Writer: Jack Davies, Alvin Sargent, Sidney Carroll
Stars: Shirley MacLaine, Michael Caine, Herbert Lom
Runtime: 109 min
Rated: Approved
Genre: Comedy, Crime, Thriller
Released: 07 Jan 1967
Plot: An English cat burglar needs a Eurasian dancer's help to pull off the perfect heist, but even the most foolproof schemes have a way of backfiring.
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