‘El tormento y el éxtasis’ (1965), de Carol Reed, es un típico producto de una época bañada de cierta grandiosidad. Se trataba de construir un buen espectáculo audiovisual sobre temas históricos con esa pátina eficaz que sus artesanos sabían manejar con destreza. Una magnificencia en producción, de cuidada ambientación, con ese toque característico de Hollywood, que se deja notar, que aborda la inspiración y creación artística. Y siguiendo un modelo de enfrentar a dos figuras antagónicas en un proceso en la que dos seres de fuerte personalidad pugnan, cada a uno a su modo, por establecer, con egos de por medio, su particular punto de vista.
La creación del suntuoso y brillante techo de la Capilla Sixtina a cargo del maestro escultor Miguel Ángel Buonaroti por encargo del Papa Julio II es un hábil ejercicio de practicidad y emoción. Un producto serio y compacto que ofrece las virtudes de un estilo de cine concebido como una gran obra para disfrutar y sentir la pulsión de un cine basado en el toque emocional y el detalle colosal cuando se manejan episodios históricos fabulosos.
La facultad narrativa y la pomposidad de su propuesta no sería lo que obtiene el realizador británico Carol Reed si no fuese por el desparpajo y efusividad de sus dos principales intérpretes. Charlton Heston se había acomodado a la opulencia de encarnar en la pantalla grande a hombres poderosos como Moisés y Judá Ben Hur que le consagraron, con un físico portentoso para aparecer con el torso desnudo, como uno de los actores ideales para este tipo de composición. Y, desde luego, Heston, como Miguel Ángel, vuelve a ofrecer una intensa, vibrante y empática interpretación, muy ajustada a su técnica, haciendo sobresalir el carácter de un tipo destinado a hacer algo grande y perdurable. A su lado, como picajoso antagonista, aunque en el correr del desarrollo pictórico de la obra el promotor de la idea, el Papa guerrero Julio II, no disimuló (hay un par de escenas que dialogan en ese sentido), la admiración que sintió por el conjunto diseñado por Miguel Ángel. Rex Harrison, con esa pizca de ironía y cierta chulería y bonhomía británica, compuso un verdadero dolor de muelas. Aunque en todo momento fue un valedor entregado a la causa que se valió de alguna artimaña para azuzar a un lento pintor.
La película se abre como un documental. La cámara sobrevuela los techos de Roma, vislumbra El Vaticano y la catedral de San Pedro y una voz en off ofrece un pequeño pero ilustrativo repaso de la obra, especialmente, escultórica de Miguel Ángel. Acto seguido, pasamos al campo de batalla en la que Julio II participa como general del ejército y, terminada la contienda, como su santidad. En ese tiempo, Miguel Ángel, estaba trabajando en esculturas que iban a adornar la tumba de Julio II. La Capilla Sixtina parecía un corral y el sumo pontífice quería darle otra imagen y engalanarla con un fresco que se recordara para la posteridad. Y el elegido por Buonarroti. Y el artista se entregó con denuedo, sin desmayo e intentando aplicar a los pinceles su ingenio con el martillo y el cincel.
La película tiene guion del reputado Philip Dunne inspirado en una novela de Irving Stone. Tiene una maravillosa partitura de Alex North y en sí cuenta los vaivenes creativos de un artista inseguro y desconfiado de su boceto al principio, lo que derivó en el destrozo de los avances que había realizado hasta su momento de reflexión e inspiración en Carrara que le condujeron a pintar un prodigio de estampas basadas en la Biblia.
Primero, un pintor dubitativo, un Papa exigente y un Bramante (Harry Andrews), asesor artístico y hombre de confianza de Julio II que prefería a otro, por ejemplo, a Rafael, para llevar a cabo una obra magna, modulan una primera parte, a mi juicio, convencional. Tras el descanso y después de escuchar la música de North, ‘El tormento y el éxtasis’ coge algo más de fuerza gracias, especialmente, al ardor y entereza de Miguel Ángel, inasequible al desaliento, que coqueteó con el despido y que se entregó con fe y rigor a su encargo.
El de Capresse, sabedor y entusiasmado con la fastuosidad de su diseño para el techo, no se quiso apartar un ápice de su creación y puso toda su vehemencia para preservar su idea. Una idea, una vez plasmada casi en su totalidad en el techo, era objeto de admiración por parte de julio II. El pontífice pasaba el tiempo preguntado ¿Cuándo acabarás? Y escuchaba la misma respuesta «Cuando la termine», le respondía, no sin arrogancia, el pintor. En esta parte, donde se percibe el agotamiento y el extenuante esfuerzo, queda para la posteridad las furtivas visitas de Harrison a la Capilla Sixtina además de para comprobar el avance de la obra para extasiarse con la belleza del conjunto pictórico.
‘El tormento y el éxtasis’ es un filme apacible, ilustrativo, centrado en la idea de la creación y las tribulaciones que hay que padecer para plasmar una pintura magna y espectacular. El autor de ‘El tercer hombre’ era un cineasta aplicado y, a ratos, brillante. Bien considerado obró una película digna y apasionante. Pero poco más. O igual es bastante.
Reseña de José Manuel León Meliá
The Agony and the Ecstasy (1965) | |
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Rating: 7.2/10 (8,312 votes) Director: Carol Reed Writer: Irving Stone, Philip Dunne Stars: Charlton Heston, Rex Harrison, Diane Cilento Runtime: 138 min Rated: Approved Genre: Biography, Drama, History Released: 16 Sep 1965 |
Plot: The biographical story of Michelangelo's troubles while painting the Sistine Chapel at the urging of Pope Julius II. |
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