El virtuosismo de esta magnífica e impresionante película de Sam Mendes (American Beauty) es comparable al de la memorable Salvar al soldado Ryan (1998). Prácticamente desde el primer minuto atrapa completamente la atención del espectador al proyectar con apreciable intensidad la tensión constante a que se ven sometidos sus protagonistas, convirtiéndose en toda una experiencia. Su extraordinaria realización aprovecha a la perfección el potencial de una aventura singular, con connotaciones épicas y fondo emotivo, que no da ...