El director de Bermeo, Jabi Elortegi, toma como punto de partida su tierra natal a la hora de construir una comedia bienintencionada e irregular, que funciona mejor cuando entran en juego los contrapuntos dramáticos. En lo que al humor se refiere, aunque juega con el choque de culturas, depara algunos momentos verdaderamente chispeantes y otros anodinos. Tampoco pretende emular a los conocidos éxitos del género que han explotado sobradamente estos terrenos. El tono afable preside ...