El peculiar y no siempre bien entendido Yorgos Lanthimos (‘Canino’, ‘Langosta’, ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’), sin renunciar totalmente a su sello personal, firma este drama histórico bastante más asequible, en el que minimiza las habituales notas surrealistas. El encomiable diseño de producción y tres brillantes interpretaciones femeninas elevan decisivamente la categoría de esta película, Gran Premio del Jurado en Venecia y nominada a diez Oscars.

En los albores del siglo XVIII, el reinado de Ana Estuardo (1702-1714) se resiente de la guerra con Francia. El fuerte carácter que exhibe en público contrasta con las debilidades y vaivenes emocionales que recorren su vida privada. La relación con quien ella tiene por su única amiga,lady Sarah, esposa del duque de Malborough, se ha convertido en una amistad interesada, ya que su favorita condiciona cualquier importante decisión que toma. Ese panorama comienza cambiar con el ingreso en palacio, como sirvienta, de una humilde pariente de tan apreciada cortesana.

Los ardides de quienes se mueven alrededor del poder, que de una u otra forma siguen plenamente vigentes, sirven de referencia a la hora de perfilar a dos arribistas imbuidas de codicia, crueldad y astucia, dispuestas a mantener las falsas apariencias hasta conseguir sus propósitos. Con el fin de mostrar este entramado pérfidamente atrayente, el film se dedica a ir caracterizando con detalle a las protagonistas, que van creciendo conforme se desarrolla, lo mismo que la intriga que plantea.

Se le puede achacar que deja entrever las líneas maestras del relato a los pocos minutos de metraje; aun así, cada secuencia aporta detalles inesperados y situaciones tratadas inteligentemente. Con todo, el director griego no se priva de adornar la puesta en escena con pequeñas frivolidades, que no desentonan completamente, la mayoría a cargo de los secundarios masculinos. A ello se une un cierre que a buen seguro provocará cierta contrariedad en parte de los espectadores; pero a poco que se piense la historia resuelve debidamente sus conflictos centrales.
El magnífico manejo de la cámara (basta ver el tráiler), la loable ambientación, incluyendo los sobresalientes trabajos de vestuario y peluquería, constituyen unas valiosas contribuciones; mientras que la variopinta banda sonora, donde encontramos desde piezas clásicas a un tema de Elton John, en determinadas ocasiones resulta intencionadamente machacona y desasosegante.
Rachel Weisz y la expresiva Emma Stone (‘La La Land’) rayan a un nivel sobresaliente, y la menos conocida Olivia Colman (‘The Crown’) borda un papel muy exigente. Nicholas Hoult, a su lado, empequeñece y queda prácticamente a la altura de un bufón real.
Crítica de Eduardo Casanova
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