Euskadi, 1985. El colegio ha terminado y por fin llegan las ansiadas vacaciones. Marcos y sus tres amigos, José Antonio, Paquito y Toni, reciben expectantes la llegada del verano, el cual resulta siempre prometedor, sobre todo porque a sus doce años poco importa dónde, ni cuándo, ni cómo. Pasarán las horas en el lugar que la vida les ha deparado, una Euskadi convulsa, lastrada por el terrorismo.

Es fácil identificar las buenas intenciones de este retrato generacional en clave infantil, condicionado por las circunstancias políticas y sociales del País Vasco de mediados de los 80. Sin embargo, se queda en la superficie, limitándose a proponer una historia entretenida, que se beneficia de su carácter coral y de un reparto solvente. En el tramo final abusa de resortes dramáticos y pierde la posibilidad de materializar con solidez los propósitos iniciales.

La acción se sitúa en una población industrial de Euskadi durante el verano de 1985, y sigue las correrías de cuatro amigos, en plena pubertad. Sus respectivas familias, casi a modo paradigmático, responden a orígenes bien diferentes: desde quienes nacieron en esas tierras a los inmigrantes que llegaron en busca de empleo. A pesar de su corta edad, no pueden permanecer ajenos al convulso clima de tensión que preside el entorno, pero todavía son unos niños y empiezan a asomarse a la adolescencia con ganas de vivir nuevas experiencias.

Sus ambiciosas pretensiones cuajan de forma muy irregular. Así, hay aspectos en los que funciona dignamente: temas como el primer amor, la curiosidad por el sexo, la incapacidad para reconocer los fracasos y el deseo de parecerse a los mayores de manera instintiva están tratados con tacto y un humor eficaz.

No se puede decir lo mismo al tomar la perspectiva de los adultos y adquirir un tono en ocasiones marcadamente trágico. Inevitablemente, en ese contexto el terrorismo ocupa su espacio, igual que las drogas, el sida y la precariedad laboral. Este fuerte contraste perjudica al relato, al que le cuesta navegar entre una especie de Verano azul y los ambientes opresivos a los cuales, por distintas razones, se ven expuestos los jóvenes protagonistas.

No admite discusión el magnífico trabajo de los departamentos técnicos a la hora de recrear aquella época hasta en los mínimos detalles, por lo que los espectadores más nostálgicos se reencontrarán con viejos recuerdos.

Al margen del diseño de producción, también los actores rayan a gran altura. Los chicos de la cuadrilla constituyen un acierto completo del responsable del casting (José Cerqueda). Por otra parte, brilla el oficio y la convicción que transmite Luis Callejo. Destacan a su lado las participaciones de Marián Álvarez, Vicente Romero y el siempre notable Josean Bengoetxea.

Critica de Eduardo Casanova

Reseña de Angeles Rupérez

Los makitos y sus hijos, años de trabajo, vida complicada y felicidad en los ochenta en el País Vasco

Para ver las cosas de forma diferente basta con cambiar el punto de vista.
Utiliza la mirada y el mundo de la infancia para narrar la época y la sociedad vasca de los años ochenta, sin por ello perder crudeza ni caer en la infantización y mostrándonos las contradicciones y complejidades de esa sociedad que se va viendo atrapada en sus mitos.
Es una película emocional en tanto que se centra, sobre todo, en las vivencias y emociones de esos niños, testigos directos e involuntarios de ese momento.
Para ello se apoya en una interpretación magnífica de todo su elenco de actores, pero sobre todo de los personajes de los niños, que transmiten veracidad.
La película no recurre a artificios ni a una espectacularidad visual sino que, mediante la narración de la rutina, narrando la vida diaria de esos niños, nos explica esa sociedad vasca.
Los makitos son, como los charnegos en Cataluña, los emigrantes de otras ciudades de España que acabaron trabajando de los 50 a los 80 allí donde había trabajo, en este caso en el País Vasco.
Familias trabajadoras que lo que querían era ganarse el pan, enviar dinero al resto de la familia que había quedado en el pueblo, tener una vida tranquila e integrada en su nueva ciudad en el País Vasco o en Cataluña; con todos los esfuerzos que eso conllevaba, como el apenas tener amigos en una ciudad desconocida, casi sin vida social, apoyándose en otras familias emigrantes y aprendiendo el idioma vasco o catalán para integrarse.
A esa vida de esfuerzos familiar, de trabajo y de integración, se añaden las complicaciones políticas, sociales, de estar cerca de grupos terroristas, de casi sin saberlo formar parte de ellos…. Y dentro de todo esa vida gris y dura, la ilusión, el color y el aporte de felicidad que dan unos niños que, con unas interpretaciones naturales y muy bien acoplados entre ellos, hacen que esta sea una película bonita de ver, nostálgica, de buen rollo y que se disfruta.
Lo mejor, los cuatro amigos, sus riñas, juegos, opiniones, debates y pasiones. Cada vez que ellos entran en escena la peli se ilumina, te hacen disfrutar de la historia, de inconvenientes y de complicaciones en la vida que todos conocemos.
Está muy bien ambientada. Es muy agradable de ver.
Muy aconsejable.

 

Érase una vez en Euskadi (2021)
Érase una vez en Euskadi poster Rating: N/A/10 (8 votes)
Director: Manu Gómez
Writer: Manu Gómez
Stars: Arón Piper, Yon González, Ruth Díaz
Runtime: 100 min
Rated: N/A
Genre: Drama
Released: 29 Oct 2021
Plot: A group of 12-year-old friends will have to learn to deal with loss and adversity, thanks to the power of friendship.
Calificación: