En buena lógica repite una fórmula similar a la de su exitosa predecesora y además se percibe el esfuerzo dirigido a introducir nuevos alicientes sin traicionar los patrones de aquella. El resultado proporciona momentos verdaderamente hilarantes en el marco de una narración dinámica que nunca decae, y pese a no alcanzar las mismas cotas de comicidad se presenta como un divertimento muy aceptable.
Claude y Marie Verneuil se enfrentan a una segunda crisis familiar igualmente delicada: sus yernos han decidido marcharse lejos de Francia dado que sus negocios van de mal en peor. Ello supondría distanciarse de sus cuatro hijas y de los nietos. Así que deberán reaccionar ante esta noticia fatal y trazar un plan que les haga desistir de tales intenciones.
Apostando por el humor exagerado, pero sin caer en chistes de sal gorda, acierta a contraponer con ingenio una sátira sobre el carácter de la sociedad francesa de nuestros días con los sentimientos patrióticos que encarna el veterano patriarca, enfatizados tras el periplo que realiza con su esposa por medio mundo para visitar a sus respectivos consuegros.
Los autores del guion no se han reprimido a la hora de poner en solfa, de forma inteligente, toda clase de prejuicios y problemas que preocupan al país vecino, con especial incidencia en la emigración. Se vale en este terreno de la incorporación de un personaje perfectamente aprovechado: un improvisado jardinero de origen afgano. Empleando los mismos recursos que su antecesora, completa las novedades ampliando su mirada a otro tipo de parejas que chocan con los pensamientos caducos e inflexibles.
Mantiene siempre su tono afable hasta alcanzar, aunque de manera precipitada y forzando las circunstancias, el desenlace que se intuye desde los primeros minutos.
Nuevamente Christian Clavier (Los visitantes) se explaya dando rienda suelta a su indiscutible vis cómica y, a su lado, la veterana Chantal Lauby (La jaula dorada) reafirma su rol de compañera ideal en estos menesteres.
En general, quienes disfrutaron de Dios mío ¿pero qué te hemos hecho? (2014) no saldrán defraudados de la sala.
Critica de Eduardo Casanova
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